viernes, 30 de diciembre de 2011

Camila y Ana Diego



Ana Diego y Camila
Ana Diego y Camila
Juan Cendales/ Rebelión
Esta semana han sido exaltadas y reconocidas dos jóvenes mujeres, estudiantes ambas, hermosas las dos, una de 22 años y otra de 23. Ambas militantes de las juventudes comunistas de sus respetivos países, Argentina y Chile.
La de 23 años se llama Camila Vallejo y fue la voz y el rostro de las multitudinarias marchas del estudiantado chileno en defensa de la educación pública, de su gratuidad y su calidad. Llamó la atención su belleza pero ante todo su claridad política, la firmeza del discurso y la profundidad de sus argumentos. La revista “Time” la ha ubicado dentro de los personajes más influyentes del año 2011. Y ha ganado la encuesta realizada por “The guardian” de Londres para designar al personaje del año. Camila es integrante del Comité Central de las Juventudes Comunistas de Chile.
La otra joven estudiante se llama Ana Teresa Diego. 22 años. Estudiante de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad de La Plata, Argentina. Militante de la Federación Juvenil Comunista Argentina. Inteligente, alegre y solidaria. Pero esto fue hace 35 años. Cuando salía de la Facultad fue secuestrada por encapuchados que después se supo eran militares de la dictadura. Nunca se encontró su cuerpo. Desde este mes de diciembre un asteroide descubierto por un astrónomo argentino llevará su nombre. Se llamará Anadiego por decisión unánime de la Unión Astronómica Internacional.
El profesor uruguayo Julio Ángel Fernández, miembro del Comité de Denominación de Astros Menores de la UAI, expresó:
“Es la primera vez que el nombre de un desaparecido por una de las dictaduras del Cono Sur se asigna a un cuerpo del sistema solar. Hoy, de las entrañas de la tierra, Ana Teresa renace para ocupar para siempre un lugar en el cielo, como símbolo y recuerdo de la barbarie de ayer y advertencia de que no se vuelva a repetir en el mañana.”
“Uno de los astros que ella soñó algún día comprender llevará de ahora y para siempre el nombre Anadiego para que quien mire el cielo nocturno encuentre el recuerdo de su amor y de su lucha -dijo Adrian Brunini, Decano de la Facultad donde estudiara Ana Teresa.
“El oprobioso genocidio cometido por las bestias infames sólo recibirá de la historia la más absoluta oscuridad.”
Parodiando a Rubén Blades quien en su canción “Los desaparecidos” se pregunta “Y cuando vuelven los desaparecidos?” responde: “Cada vez que los trae el pensamiento”.
Ahora cuando nos preguntemos que cuando volverán los desaparecidos y desaparecidas de todos nuestros pueblos podremos sonreír y decir:
Cada vez… que miremos ¡el firmamento! 

Fuente: Cubadebate.cu

martes, 27 de diciembre de 2011

Uruguay: El Senado aprobó proyecto de ley para despenalizar el aborto



Álvaro Mellizo
Montevideo, 27 dic (EFE).- El Senado uruguayo aprobó hoy un proyecto de ley para despenalizar el aborto tras una larga sesión en la que se escenificó, tanto fuera como dentro del Palacio Legislativo y en el seno de todos los partidos políticos, las marcadas diferencias que suscita el asunto en el país.
Con los votos a favor del oficialista e izquierdista Frente Amplio (FA), impulsor de la medida, y uno del opositor Partido Nacional, el Senado pasó una norma que si es apoyada por la Cámara de Diputados una vez que termine en marzo de 2012 el receso veraniego, despenalizará completamente el aborto hasta la semana 12 de gestación, con un plazo mayor en caso de que haya riesgos para la salud de la madre.
De confirmarse este apoyo, Uruguay se convertiría en el único país de América Latina salvo Puerto Rico y Cuba en el que el aborto no está penalizado.
El debate quedó marcado por la profunda división que existe sobre el tema y que afectó también a las posturas internas de los diversos partidos políticos.
Así, el senador del FA Carlos Baráibar argumentó en contra de la iniciativa presentada por su propio grupo político, si bien optó por retirarse de la sala en el momento de la votación para dar lugar a su suplente, que si votó la iniciativa.
En el polo opuesto se situó el senador del Partido Colorado Ope Pasquet, que se mostró partidario de la medida pero que se vio obligado a votar en contra obligado por su grupo político.
Jorge Saravia, senador del Partido Nacional pero que fue elegido en 2009 en las filas del Frente Amplio, fue el único de su grupo que votó a favor de la despenalización.
Según explicó la senadora frenteamplista Mónica Xavier, lo que se busca con esta ley es crear "un mecanismo garantista" para que "si la mujer no puede proseguir el embarazo, tenga las mismas garantías que una mujer que llevó el embarazo a término".
En ese sentido, Xavier, médico de profesión, consideró que la normativa uruguaya actual es "ineficaz, discriminatoria e injusta" porque deja a algunas mujeres con poder adquisitivo "poder llevar adelante sus decisiones" atendiéndose en el extranjero y a "otras no".
Además, la legisladora insistió además en que el proyecto busca desarrollar la educación y la formación sexual para evitar que el aborto sea considerado "un método anticonceptivo".
Por su parte, el senador Colorado Alfredo Solari expresó su rechazo a la medida incluso pese a que la mayoría de la población uruguaya se muestra a favor de la misma.
"No se puede legislar por intereses electorales, por si ganamos o perdemos votos", apuntó el senador.
Mientras los senadores debatían, centenares de personas se manifestaban en el exterior a favor y en contra de la iniciativa.
Según explicó a Efe el portavoz de la Mesa Coordinadora por la Vida de Uruguay, Carlos Iafigliola, la protesta era tanto por "el fondo como por las formas" de la medida.
"En las formas porque se intenta sacar esta votación de forma precipitada, aprovechando que la población está distraída, y sin habernos escuchado en las comisiones. Y en el fondo porque la ley niega nada más y nada menos que el derecho a la vida. El aborto es un acto destructivo y un mal social, se haga de forma legal o ilegal", dijo.
El activista también señaló que pase lo que pase con esta ley, la Mesa por la Vida seguirá trabajando para hacer "sucumbir" las iniciativas en favor del aborto.
En el polo opuesto se situaron decenas de personas que acudieron al Parlamento para apoyar a los legisladores que aprobaron la medida convocados por la Coordinadora por el Aborto Legal.
Para la portavoz del grupo, Romina Napiloti, quien se mostró satisfecha por la votación y rechazó las críticas sobre el procedimiento legislativo apuntando a que el asunto ya se lleva debatiendo muchos años en Uruguay y que se trata de "un tema laudado a nivel político y que tiene una amplia aceptación social".
En noviembre de 2008 el Parlamento uruguayo aprobó una ley similar a la votada hoy, si bien no entró en vigor debido al veto impuesto por el entonces presidente Tabaré Vázquez, el primer mandatario de izquierdas en la historia del país, en un gesto que causó una gran molestia en el seno del Frente Amplio y entre organizaciones feministas.
A pesar de estar penado por ley, en Uruguay cada año se producen más de 30.000 abortos, según cifras oficiales, aunque la realidad podría doblar ese número, señalan organizaciones no gubernamentales.
Recientes encuestas señalan que el 63 por ciento de los uruguayos está a favor de una ley que despenalice el aborto. EFE
amr/jsg

Fuente: Abc.es

domingo, 25 de diciembre de 2011

Chile: Hijo de nana envía carta a directiva del Club de Golf Las Brisas de Chicureo



“Cómo es que esas nobles y abnegadas trabajadoras, son miradas en una categoría inferior por la condición laboral con la que conviven desde hace siglos. Pensé, por un minuto, que esta realidad había cambiado, pero en realidad no es así. Quiero arrogarme en esta oportunidad el representar a muchas nanas y familias de tales que no tienen voz: soy orgulloso hijo de una y no podía quedarme callado. Menos imaginándome a mi madre que, ante la falta evidente de dinero, estuvo a un paso de trabajar para gente como ustedes”, afirma.
El estudiante y columnista de medios, Diego Vrsalovic, envió una carta abierta a la directiva del Club de Golf Las Brisas de Chicureo en donde expresa su malestar por la resolución adoptada por la institución en orden a que las nanas deben llevar el uniforme que las identifique como tales cuando acompañen a los niños a este lugar.
El nuevo caso de discriminación a las “nanas” o asesoras del hogar quedó al descubierto este viernes, luego que la revista Qué Pasa hiciera pública una circular que el club envió a sus socios.
En ésta se indica que ellas pueden acompañar a los niños de los cuales se hacen cargos sólo si utilizan un “uniforme o tenida que las identifique como tales”. Asimismo, establece que las empleadas no pueden acceder a las piscinas del recinto, espacio al cual los socios podrán entrar solamente con sus familias y personas invitadas.
Ante este caso discriminatorio, Vrsalovic manifiesta su indignación como hijo de una nana por la forma en cómo las asesoras de hogar son tratadas en algunas casas del barrio alto de la capital.
“Esta será una de las cartas públicas más extrañas y con más toque de resentimiento que recibirán en la vida. Parece que el país no entiende el modo de vida ni los códigos que se manejan en el barrio alto de Chile; es cierto, la gran masa de la población no lo entenderíamos nunca. No poseemos los apellidos rimbombantes y con tradición que los caracterizan (especialmente el señor Bunster, descendiente -probablemente- de uno de los financistas de la Ocupación de la Araucanía), ni las grandes fortunas que manejan. Nuestras vacaciones no son ni a El Tabo ni a las Termas de Chillán, ni apostamos nuestro dinero en algún casino de nombre reconocido. Muchos de mis parientes y amigos viajan, con mucho esfuerzo, por el día a la costa, y juegan en las “máquinas” del negocio de la tía lucha”, señala Vrsalovic.
Y expresa su asombro e indignación “cómo es que las nanas, esas nobles y abnegadas trabajadoras, son miradas en una categoría inferior por la condición laboral con la que conviven desde hace siglos. Pensé, por un minuto, que esta realidad había cambiado, pero en realidad no es así. Quiero arrogarme en esta oportunidad el representar a muchas nanas y familias de tales que no tienen voz: soy orgulloso hijo de una y no podía quedarme callado. Menos imaginándome a mi madre que, ante la falta evidente de dinero, estuvo a un paso de trabajar para gente como ustedes”.
“Nuestra patria, ciudadanos, es una mezcla de muchos guetos en la que estamos casi condenados a nacer, crecer, reproducirse y morir. El que nació gerente tuvo un hijo que ocupó la empresa del papá y mandó al nieto a la mejor universidad. El que tuvo un padre político introdujo a su hijo a la política y al nieto ya lo tiene camino a ser Presidente. La nana tuvo la madre nana que trabajó en la misma casa con varios embarazos a cuestas casi hasta dar a luz, de sol a sol, tuvo una hija nana y una nieta en la que se ponen todas las esperanzas para que tenga un mejor pasar”, sostiene.
Asimismo, hace una apología del trabajo que hacen las nanas en los hogares de familias acomodadas, afirmando que “¿ustedes tienen idea lo que es ser nana? ¿Saben lo que es levantarse a las 6.30 de la mañana y recorrer la ciudad por atenderles, llegar allá y recoger la ropa sucia (y las vergüenzas del día anterior), hacer la comida (a veces improvisando porque la señora “trajo gente a comer”), hacer el aseo de la casa hasta dejar impecable, volver a recorrer otras dos horas de camino, hacer el aseo de su casa, cocinar para el día siguiente, atender a los hijos y dormir más cansada que la cresta?”.
A renglón seguido expresa que “para ustedes, la tranquilidad que hacen las cosas bien (y que, de paso, el país está bien) es que su campo de visión es el jardín y un muro de 2,40 metros. Más allá sólo un largo camino que los separa de la ciudad. La garantía de que no son delincuentes es que compran ropa con débito sin cuotas y de marcas carísimas, tan caras que una camisa representa el pedido de un mes. Leen El Mercurio porque les dice lo que quieren oír y ven canales extranjeros para diferenciarse. El uniforme lo llevan puesto todo el día: es su forma de demostrar que pertenecen a la misma clase”.
Vrsalovic explica en su misiva que “la nana no puede entrar sin el uniforme a la selecta mesa del club: debe mostrar que está trabajando y no roba, que salió de su sector para ir a servirles el desayuno y levantar la ropa interior que por flojera no dejaron en la lavadora, debe demostrar que cuida a los niños. ¡¿Para qué hacer una tremenda obra y dejar que se bañen ella y sus hijos, si no pagan la admisión?! ¡Que se bañe con el agua del grifo de su población la rota!”.
En tal sentido, insta a la directiva del Club de Golf Chicureo que copien a otras personas que dejan que sus nanas se sienten en la misma mesa a comer, que comparten las vacaciones como si fueran una sola familia.
“Esa pseudo-conciencia católica que tanto pregonan deberían ponerla en práctica: si la Virgen María viviera hoy no podría bañarse en la piscina. Debería darles vergüenza estar en la boca de medio Chile por esta actitud que demuestra su inconsciencia contra quienes realizan una de las labores más nobles del mundo: limpiar lo que ustedes dejan sucio”, agrega.
Fuente: El Mostrador.

Camila Vallejo: Discurso de cambio mando FECH 2011-2012



Es difícil hacer el balance del presente año de nuestra federación, el solo hecho de sentarse y evaluar, repasar los contenidos, lo hecho y lo olvidado, son ejercicios que requieren de tiempo y tranquilidad, dos elementos que hasta el momento no hemos tenido y que dificultan los análisis a la hora de repasar el año transcurrido.

A esto hay que sumarle la profundidad y alcance que tuvo el movimiento social por la educación, ya que, al contrario de lo que se ha querido presentar, no abarcó tan solo lo meramente estudiantil ni tampoco se contuvo en las paredes de nuestra Universidad, por el contrario, detonamos un movimiento que sacudió al país, contagió al continente y puso los ojos del mundo sobre nosotros y nuestros resultados, por lo que hacer un balance de la FECh que tan solo abarque a la FECh no es sensato ni tampoco corresponde a la realidad de nuestra gestión.

De todas maneras, para partir quisiera agradecer a todas y todos quienes han sido parte fundamental en la construcción de este proceso. A los funcionarios de la FECh por su compromiso y trabajo intachable durante el año, por su paciencia y lealtad a la organización, a pesar de lo difícil que es trabajar con estudiantes todo el día, cuando aún ellos no entienden a cabalidad las condiciones del mundo laboral.
A ellos les debemos nuestro más sincero respeto y el compromiso por hacer de su trabajo un valor a cuidar y resguardar. Sin lugar a dudas, a mi familia y a Julio, que gracias a su incondicional apoyo, amor y entrega pude desempeñar gran parte de mi trabajo en la FECh, incluso en los momentos más difíciles.


A los funcionarios de la Casa Central que nos acompañaron en la toma y ayudaron a cuidar la Casa de Bello. A los académicos que se pusieron la camiseta y que desde oscuros laboratorios, bibliotecas y oficinas sacaron una voz que hace mucho tiempo no se hacía escuchar en nuestra universidad.


A los que se involucraron activamente y no sólo de palabra, a los que madrugaron por tener que preparar el trabajo del paro del día siguiente, a los se mojaron en las manifestaciones, a los que bailaron, actuaron y crearon por este movimiento.


A los secundarios por su capacidad de entrega y valentía, a los estudiantes de instituciones privadas que lograron renovar los aires de este movimiento, a los profesores por trabajar codo a codo con los estudiantes pese a los constantes ataques recibidos, a los pobladores que nos acompañaron en los cacerolazos, las barricadas y las asambleas territoriales, a los trabajadores de la educación y de otros ámbitos que hicieron tremendos esfuerzos por solidarizar y acompañarnos en las movilizaciones y muchas veces también en las discusiones.


En fin, a todas y todos quienes desde sus diferentes frentes de acción, aportaron pequeñas y grandes cosas a este movimiento. Y no quisiera dejar de lado a los que no están presentes, para compartir este importantísimo proceso, pero que, sin lugar a dudas, han sido grandes referentes de la historia, sin los cuales no habríamos tenido capacidad política, teórica, moral e histórica de poder levantar y conducir este movimiento. Hablo de Marx, de Lenin, de Recabarren, de Violeta, Víctor, Gladys, de Lucho Corvalán, de Gramsci, de Allende y tantos otros a los cuales les debemos esto y mucho más y que van siempre a nuestro lado en esta larga marcha.


En segundo lugar, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones que nacen de la experiencia, de las vivencias básicas que este 2011 dejó estampadas en nosotros, hoy tenemos la más profunda convicción de que la fuerza erigida a partir del movimiento debe constituirse como una verdadera posibilidad de transformación social en Chile, debe significar un cambio en la vida de nuestro pueblo y debe constituirse en un ejemplo de lucha para todos los pueblos del mundo en su camino por conquistar más democracia, más justicia social y protección de nuestros derechos fundamentales frente a los embates y colonizaciones del mercado.


Tengo la más plena seguridad de que para todas y todos ustedes, este año ha significado uno de los más importantes procesos de maduración y desarrollo tanto personal como político. Este es un año en el que todos hemos aprendido, por lo tanto todos hemos ganado. A algunos les tocó aprender cayendo duramente, a otros les tocó aprender que lo hecho en el pasado tiene valor en el presente y se configura
como determinante para el futuro, a otros les tocó aprender que no se podía mantener por siempre al pueblo engañado y desmovilizado.

En definitiva, este es un año en que sin duda Chile ganó y eso es motivo de orgullo para los estudiantes de nuestra casa de estudios, hoy día podemos decir con más fuerza y autoridad que la Chile es de todos los chilenos, hoy podemos mirar sin vergüenza al país y decirle: esta es tu Universidad y desde ella luchamos por un Chile nuevo, desde ella luchamos porque en sus aulas vuelvan a caber los hijos de todo tu pueblo, hijos de buena familia no bastan para nuestros sueños.

Debemos decir también, que durante este proceso tuvimos aciertos y errores, alegrías, frustraciones, encuentros y desencuentros, incertidumbres y certezas, en definitiva, un sin fin de experiencias que, sin duda alguna, estarán siendo en estos momentos revisados en el fuero interno de cada uno, para constituirse posteriormente en el conjunto de elementos que servirán para la proyección de un mejor escenario político en los años venideros.

Y digo esto, porque entendiendo que cada cual de manera individual o colectiva habrá hecho o estará haciendo este análisis, proceso al cual me gustaría poder aportar algunos elementos.



A esto quiero comenzar señalando, que iniciamos este período con mucha claridad respecto al rol que debíamos jugar los estudiantes y la comunidad universitaria en general, en el proceso de transformación y democratización no solo de nuestra universidad, sino que también en el conjunto del modelo educacional, cuestión que señalábamos como un paso estratégico en la dirección de hacer avanzar nuestra sociedad hacia un modo de vida más justo, democrático y libertario.

Comprendíamos con claridad las razones del por qué en Chile se inició un proceso de desmantelamiento de la educación pública y a la vez entendíamos la importancia Fundamental que tenía la configuración de ello con el resultado de la obra total del modelo neoliberal que otrora nos heredaran a sangre y fuego. Asumimos que no teníamos razones para soportar y seguir soportando las condiciones impuestas de un modelo por el cual nadie nos había preguntado y es entonces que decidimos salir a la calle una vez más, pero ya nuestro despliegue, nuestro discurso y nuestro convencimiento se encontraban fuertemente armados, ya no era solo cosa de niños, ya no era cuestión de tiempo.

Entendimos que antes de hacer educación había que pensar la educación, que antes de hablar de calidad debíamos discutir entorno a ella y no aceptar un concepto impuesto y aprendimos sobre todo a no caer en el vicio de elaborar y demandar reformas que no tuviesen coherencia política con la sociedad a la cual aspirábamos vivir y legar a nuestro pueblo.

Cuando hablábamos de cambios estructurales al modelo, hablábamos de construir un sistema educacional que pudiese contribuir a superar la odiosa condición de inequidad, segregación, exclusión y marginalidad con que aún dominan a nuestro pueblo. Que permitiese por vía de la democratización del conocimiento, en cuanto a su acceso, su apropiación y su generación, desarrollar una plaza contrahegemónica a los principios y reproducciones materiales del modelo mercantilista, catalizador de las más profundas desigualdades e injusticias de nuestra sociedad.

Este año pudimos también experimentar muy felizmente, uno de los momentos de mayor debate y participación en nuestros espacios universitarios, fenómeno materializado en los distintos claustros triestamentales y en encuentros que no sólo lograron demostrar que tenemos un gran potencial para la construcción de comunidad universitaria, sino que demostraron también que esa construcción es posible, que podemos elaborar propuestas y dar una señal al país de que lo público se evidencia en
estos esfuerzos incomprables por el dinero. Ahora nuestro principal desafío será potenciarlos y hacer que lo que emane de esos espacios de integración pueda constituirse en patrimonio de la sociedad y en verdaderas herramientas de transformación para nuestro pueblo. Todo esto exige una mayor participación de toda la sociedad chilena en el cuidado y cumplimiento de sus fines.

Quiero también destacar, la necesidad que tenemos como país de avanzar hacia un cambio de paradigma en la forma de hacer universidad, la Chile ya no es la misma de antes, en cierta medida y de cierta forma, hemos cambiado de lenguaje y seremos todos nosotros, estudiantes, funcionarios, académicos y autoridades, los Responsables de conducir a nuestra Universidad hacia una ruptura del statu quo y el orden actual existente. Debemos hacerla avanzar hacia la construcción de nuevos
espacios de encuentro, donde se puedan analizar y poner en cuestión las más diversas formas de vida y posturas político-ideológicas; donde la diversidad debe pasar de la teoría a la práctica cotidiana y se logre la interacción intelectual y humana que nos permitirá ir abordando la complejidad de las problemáticas actuales y futuras de nuestra sociedad.

La verdad es que Chile toma cada vez mayor conciencia de que necesitamos dar pasos decididos en la construcción de un sistema de educación que termine con el progresivo cercenamiento de la identidad y diversidad cultural presentes en nuestro país, que abandone la repetición de estandarizaciones y consignas, la ejecución de órdenes y la búsqueda del logro individual como objetivo inculcado a los estudiantes y académicos, la aceptación de las reglas del mercado, el conformismo y la desmemoria, para cambiarlos por un espíritu de unidad en la pluralidad, por una nueva disposición a educar al conjunto del pueblo, cuyo fin sea su emancipación moral, intelectual y material. Para esto, nos ha resultado indispensable la toma de conciencia de que la educación debe ser entendida como un derecho universal y una inversión social y no como un bien de consumo como algunos nos han pretendido hacer creer.

Sin embargo, compañeras y compañeros, es importante tener claridad de que no podemos caer en el mismo error de los movimientos reformistas de nuestra historia. Si bien entendemos la vigencia de las demandas contra la segmentación del conocimiento y las concepciones tecnocráticas y autoritarias de la enseñanza y reeditamos las propuestas a favor de la autonomía universitaria, el pluralismo, la libertad
de cátedra, la participación de los estudiantes y trabajadores en la dirección de los establecimientos, no podemos creer que ésta sea la única vía para fundar una nueva sociedad.

La tradición liberal iluminista que nos hace creer que el conocimiento es o será LA principal riqueza de Chile y, que la reforma universitaria, o de la educación en general basta para lograr la emancipación de nuestro país a través de la cultura, es algo que aunque coherente y noble, carece de sustento material.

La revolución social no es antes que nada ni tan solo una reforma intelectual y moral, sino que por sobre todo, es una transformación radical en las relaciones de poder político y de acumulación económicas vigentes en nuestra sociedad.

Nadie podría negar que un pueblo culto es menos vulnerable a la dominación y al sometimiento, sin embargo, esa democratización y acceso a la cultura no se obtienen de manera gratuita por parte de los dominados, por el contrario, se arranca con convicción y energía de la mesa del festín de los poderosos.

Cómo lograr esas conquistas debe ser una de las principales interrogantes en estos momentos y una de las mayores tareas pendientes que deja este movimiento. No es menor que después de 7 meses de movilización, durante las cuales logramos legitimar nuestras demandas y representar a más de un 80% de la población, no hayamos logrado avances en términos de nuestras propuestas y nuestras reivindicaciones más sentidas. No cabe duda que a estas alturas del año, cuando ya es compartido que el movimiento logra dar el salto cualitativo desde la demanda gremial-corporativa a una demanda
estructural y de carácter político, las mayorías que salen a las calles ya no son sólo mayorías endeudadas, sino que son mayorías guiadas por la más profunda necesidad de contraponer a la avaricia y la soberbia del sistema, la dignidad de los seres humanos y la recuperación de sus derechos.

Efectivamente no es sólo una consigna decir que Chile cambió, en cada esquina y en cada calle vemos cómo Chile va perdiendo el miedo, cómo la gente vuelve a creer en la posibilidad de los cambios y en la acción colectiva como forma necesaria para alcanzarlos. Atrás queda el pueblo callado y domesticado, acostumbrado al conformismo y al individualismo, incapaz de levantar la voz ante la injusticia y los abusos, por el contrario, la gente sale con alegría a las calles a recuperar la esperanza perdida, sale a decir con fuerza: ¡ya basta de desigualdad, basta de lucrar con nuestros derechos fundamentales y basta de esta pírrica democracia de los consensos!
Sin duda que este movimiento ha logrado evidenciar con mayor fuerza las falencias del sistema, lo cual ha significado un cambio cultural en nuestro país y, aunque embrionario aún, nos permite abrirnos a la posibilidad de avanzar hacia un estado mayor de concientización y de lucha social.

Este año, también ha quedado demostrado que con un gobierno de derecha los avances sociales a favor del pueblo son un imposible, el sistema político presidencialista logra que el ejecutivo tenga la sartén por el mango y puedan hacer y deshacer según como le venga en gana.

Por otra parte, las consecuencias del binominalismo se hacen sentir con fuerza en el parlamento, configurando mayorías opuestas a la ciudadanía y dejando un margen de acción muy estrecho para fuerzas sociales y políticas contrarias al dictamen de los poderosos. Alterar este orden, también es una tarea pendiente de nuestro movimiento, ya que las consecuencias de ello se harán sentir con fuerza en proyectos de ley que ya están siendo tramitados en el parlamento, tales como el proyecto de desmunicipalización, Superintendencia, Ley de Universidades Estatales, Democratización, Fin al Lucro, entre otros, los cuales de no mediar una acción política y social poderosa y eficaz por nuestra parte, serán arreglados al gusto de unos pocos y para el desmedro de millones, tal como se han venido haciendo las cosas en nuestro país a lo largo de estos últimos treinta años.

Y he aquí un punto de maduración importante que hemos adquirido con este movimiento: nuestro principal problema no es de recursos, es de democracia. La reproducción del poder político sobre sí mismo con independencia de la inclusión y participación de las grandes mayorías ciudadanas ha hecho a nuestra democracia perder valor y a nuestros ciudadanos perder interés por ella. Lo que ayer fue un profundo anhelo de generaciones enteras que entregaron su vida por obtenerla, hoy es solo un mal
recuerdo por el que no vale la pena ni siquiera interesarse.

La clase política contra la cual algunos creen luchar, no es más que el reflejo del ordenamiento del poder existente en nuestra sociedad, para nosotros no existe “la clase política”, existen las clases sociales, donde se inscriben dominados y dominadores, explotadores y explotados. No podemos seguir aceptando el uso de un concepto vago y poco definido, que viene por sobre todo a atenuar y confundir
el centro de las preocupaciones que como pueblo debemos tener para superar el actual esquema de dominación existente en nuestro país.

Es a esos sectores a los que hay que desplazar de la toma de decisiones, a quienes gozan de la acumulación de capital, sumado a la acumulación de poder político, comunicacional y cultural. A los que hoy toman decisiones por nosotros y no nos permiten participar directamente en la construcción de nuestro propio futuro. Ellos son la geometría del poder que se constituye como la gran mordaza a los avances del pueblo chileno en materia de derechos y reivindicaciones y es contra sus privilegios por lo que luchamos.

Por lo mismo, es que no entendemos como aceptable la renuncia a la disputa de espacios de representación dentro de la institucionalidad política, no podemos negarnos a subvertir la correlación de fuerzas al interior de esta espuria institucionalidad burguesa, muy por el contrario, ello debe constituirse en uno de los pasos fundamentales que este movimiento logre dar, no el único, pero sin
lugar a dudas debemos trasladar la mayoría de las calles al interior del parlamento y el aparato del Estado, y que vuelvan a ser los trabajadores, pobladores y estudiantes quienes manejen las riendas de su propio futuro, participando, sin otros intermediarios, en la elaboración de las leyes y normas que nos devuelvan nuestros derechos.

Hoy, producto de la histórica movilización desencadenada en nuestro país, hemos logrado provocar fisuras y resquebrajar la construcción hegemónica neoliberal dominante, instalada hace ya más de treinta años por la dictadura. Sin embargo, esta aún no está derrotada, tiene fisuras y está agotada, pero nada indica que no pueda recomponerse sobre sus propias fuerzas, como históricamente lo ha hecho y vuelvan por tanto, nuevamente las fuerzas neoliberales y reaccionarias a ganar poder para reestablecer su hegemonía e incluso blindarla. Existe una crisis de legitimidad del neoliberalismo, eso está claro, ahora de nosotros y de las fuerzas democráticas depende avanzar con convicción y fuerza para derrotar a la maquinaria vil que ya no se puede seguir sosteniendo.

La fuerza y presión democratizadora que están generando los actuales movimientos y organizaciones sociales ya no son sólo en demanda de reformas sectoriales al modelo, sino que por sobre todo, son para hacer avanzar al país hacia la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, ahí está el desafío estratégico de nuestro movimiento.

No quiero terminar, sin antes enunciar algunos de los desafíos que como país tenemos pendientes.

Chile debe avanzar hacia un modelo de sociedad que sustituya el principio de la competencia por el de la cooperación, que sustituya al individualismo por la solidaridad y la acción colectiva, a los bienes privados por los públicos, que permita la socialización de las fuerzas productivas y el reparto equitativo
del trabajo común, el reconocimiento efectivo del derecho de cada persona a vivir plenamente su vida intelectual y moral. Se requiere urgente renovar la vida pública para recomponer el tejido social, ensanchar los cimientos de la justicia, y construir una nueva geografía del poder, donde no se permitan más abusos ni explotaciones.

Las esperanzas del pueblo están en todos nosotros, y los estudiantes, los demócratas y la izquierda chilena no pueden desconocer el nuevo escenario en el cual estamos inmersos, menos todavía repetir viejas recetas que con la experiencia histórica ya se han visto fracasadas. Debemos ser capaces de fijar un nuevo horizonte para nuestro desarrollo, un nuevo camino por el cual transite nuestro modelo de sociedad y nuestra democracia, necesitamos un nuevo marco en el cual todos por igual tengamos los mismos derechos y las mismas libertades.

Para finalizar, quiero decir que lo que viene es tanto o más importante que lo pasado, quizás el próximo año no haya movilizaciones tan masivas como las de este, pero ello no será excusa para que la lucha no se intensifique. Quiero darle mis saludos a Gabriel, decirle que cuenta con todo mi apoyo en este año de gestión que le tocará vivir, que pese a los inventos mediáticos y diferencias de pasillo que pretenden instalarnos, ambos sabemos que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa y que puede esperar de nosotros, los comunistas, todo el apoyo y la lealtad en esta enorme lucha que juntos enfrentamos, que tal como hace cien años, seguiremos estando firmes junto a los trabajadores y el pueblo, articulando la lucha social en sus más diversas formas, para así proyectar una alternativa de democracia real para todos los chilenos.

La primavera promete nuevos frutos, dependerá de todos nosotros, cuán dulces puedan ser.

Fuente: http://camilavallejodowling.blogspot.com

martes, 20 de diciembre de 2011

Egipto: Multitudinaria manifestación de mujeres en El Cairo contra la violencia






 Las brutales imágenes este fin de semana de una paliza policial a una mujer con velo, que dieron la vuelta al mundo, han indignado fuera y dentro del país.



Barcelona (Redacción y agencias).- La tensión continúa en la plaza Tahrir de El Cairo. La brutal agresión de la policía militar a una mujer egipcia con velo, cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo, ha indignado dentro y fuera de Egipto. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, ha calificado de "impactantes" los incidentes como el que muestra una fotografía en la que dos soldados egipcios arrastran por el suelo a dicha manifestante agarrándola de la camisa, exponiendo su ropa interior y golpeándola.
"Esta degradación sistemática de las mujeres egipcias deshonra la revolución, avergüenza al Estado y su uniforme y no es digna de un gran pueblo", ha dicho Clinton, citada en un discurso en la Universidad de Georgetown en Washington. Por su parte, el general Adel Emara, miembro del consejo gobernante militar de Egipto que asumió el poder tras la caída de Hosni Mubarak en febrero, ha asegurado que el ataque contra la manifestante fue un incidente aislado que se está investigando.
Con todo, la indignación por este hecho se ha trasladado este martes a las calles de la capital cairota. Miles de mujeres, según The New York Times, se han congregado esta tarde en la plaza Tahrir y se han dirigido al sindicato de periodistas. La manifestación ha ido in crescendoen cuestión de minutos en una muestra de la rabia por la agresión de la mujer este fin de semana.
Según relata la edición online del rotativo estaodunidense, muchas de las manifestantes han sostenido carteles con la impactante imagen, que se ha convertido en un símbolo para las activistas que se oponen al gobierno militar. La marcha ha sido custiodada por un cordón de manifestantes masculinos y forma parte del quinto día de protestas en Tahrir. 





lunes, 19 de diciembre de 2011

Chile: El "chistecito" del Presidente

"¿Sabe Ud. cuál es la diferencia entre un político y una dama?" preguntó el presidente Piñera a los asistentes a la Cumbre de Jefes de Estado en México.



Cuando el político dice 'sí', quiere decir 'tal vez', cuando dice 'tal vez' quiere decir no, y cuando dice 'no', no es político.


Cuando una dama dice que 'no' quiere decir 'tal vez', cuando dice 'tal vez' quiere decir 'sí' y cuando dice que 'sí' no es una dama. 


A propósito del  "chistecito" del Presidente Piñera  publicamos este decidor artículo de la diputada feminista Diana Maffia, desde la hermana república de  Argentina. 


Chistes, piropos y minués: las estrategias del macho acorralado 


Por Diana Maffía

Definitivamente, las feministas somos unas amargas. Vemos machismo,
patriarcado, androcentrismo, homofobia, lesbofobia, transfobia y violencia
incluso en las situaciones más divertidas. Eso nos pone en un raro lugar:
somos víctimas de permanentes ataques simbólicos, y a la vez victimarias por
arruinar con nuestras respuestas destempladas las situaciones que gran parte
de la sociedad considera entretenidas, glamorosas, seductoras,
caballerescas, románticas y hasta corteses. Y lo peor de la confusión es que
como pertenecemos a esa misma sociedad, tales situaciones también tienen
eficacia simbólica sobre nosotras, también nos reímos y emocionamos con
ellas; sólo que un Pepe Grillo feminista nos susurra al oído permanentes
advertencias analíticas para que no caigamos en la trampa, para que no
seamos literales, para que no sonriamos amablemente –como es de esperar- a
los gestos corteses.

“¿Qué quieren las mujeres?” se preguntaba Freud, y el error de nosotras era
estar expectantes a su respuesta.

Mi propuesta de hoy es muy modesta. Contar algunas anécdotas, señalar
algunas situaciones que encienden mi alarma, procurar tímidamente un puente
comunicativo para hacer grietas en los implícitos sociales y generar
vínculos que no lesionen con su reiteración a ningunx de lxs participantes
en ellos.

Cuando inicié la carrera de filosofía, un profesor llamado Adolfo Carpio me
dijo: “¿qué hace usted acá, no sabe que las mujeres no pueden hacer
filosofía? Tiene lindos ojos, aprenda repostería y búsquese un novio”.
Me
ubicaba así en una disyuntiva común a muchas mujeres profesionales: o
carrera o familia. La filosofía era un sacerdocio que requería no ocuparse
del trajín de la vida cotidiana, por eso era para varones, que como todo el
mundo sabe vienen equipados con mujeres que se dedican a las tareas de
reproducción y cuidado, entonces ellos no deben renunciar a nada que les
corresponda para dedicarse a la vida contemplativa. Esta deliberación es
objeto de muchas indagaciones feministas, de excelente nivel, que ponen eje
en el quiebre subjetivo de las mujeres que deciden innovar. Como ejemplo
diré que en una investigación sobre carreras científicas de varones y
mujeres, encontramos como dato significativo que el 25% de los
investigadores superiores del Conicet eran solteros (su carrera era un
sacerdocio) pero esa cifra trepaba al 75% en las mujeres, además de tener
muchas menos oportunidades de llegar a la cima.

Muchos años después, ya doctorada y con el permanente esfuerzo de equilibrar
familia y trabajo, ocupo la cátedra que fue de Carpio. Últimamente he
pensado si no será un gozo enfermizo estar en este lugar, si fue una
aspiración verdadera o movida por el desafío y la revancha. Y eso me lleva a
reflexionar sobre los deseos de las mujeres y su concepto de éxito. Tenemos
paradigmas que producen indicadores precisos de lo que la sociedad reconoce
como éxito personal y profesional, y el costo subjetivo de esos indicadores
para las mujeres es doble: si acompañan a un varón exitoso, es posible que
tengan a su cargo la parte menos glamorosa de ese éxito vicario; si ellas
mismas lo son, es posible que alcanzada la meta no encuentren la felicidad
prometida sino una incomprensible insatisfacción. Para las innovadoras, que
decidimos desafiar la dicotomía conciliando familia y profesión, la culpa de
no alcanzar el ideal de perfección en ninguno de los roles (que obviamente
requieren la renuncia al otro) es permanente.

Asi las cosas, claro, no estamos para chistes. Sin embargo nos hacen
chistes! Cuando me recibí, el profesor Eduardo Rabossi me felicitó
haciéndome el extraño homenaje de contarme un chiste, precisamente este:

Un hombre decide contratar una prostituta. Va a su departamento y encuentra
que entre los previsibles adornos sugerentes había una pequeña biblioteca.
Se acerca curioso y ve en ella libros de Kant, de Hegel, de Wittgenstein…
Toma uno de ellos y ve que está subrayado y con acotaciones manuscritas. Le
pregunta de quién son esos libros y la prostituta contesta que son de ella,
que es filósofa. El hombre, extrañado, le pregunta cómo siendo filósofa
trabaja de prostituta, y ella le contesta: “tuve suerte”.

Fin del chiste. No me reí. Quedé como una amarga con mi profesor de derechos
humanos.

Una brillante alumna mía, muy linda, terminó su carrera y no logró una beca
o una plaza docente para comenzar a trabajar. Terminó de mesera en un
restaurante muy caro de Puerto Madero, en plena era menemista, al que
concurrían políticos y empresarios favorecidos por el gobierno (dicho sea de
paso, algunos siguen concurriendo y siguen siendo favorecidos, pero ése es
otro tema). Uno de los clientes en particular era muy pesado, con
comentarios subidos de tono sobre su aspecto físico dichos a los gritos y
festejados por sus contertulios. Un día mi alumna decidió contestarle con
una frase de Nietszche. El diputado, sorprendido, le preguntó de dónde había
sacado eso y ella le dijo que era filósofa. La pregunta fue inmediata: “¿y
qué hacés trabajando aquí?”, y la respuesta de ella también: “esta es la
Argentina en la que vivo, yo soy mesera y usted es diputado”. Los
contertulios festejaron el chiste, el político no se rió, ella sintió una
satisfacción interior que duró poco porque ese mismo día la echaron de su
trabajo por hacer comentarios indecorosos a los clientes.

¿Podemos reaccionar a la violencia de los chistes y los comentarios que nos
ponen como objeto pasivo de frases soeces bajo la pretensión de ser piropos,
cuando todo el sistema opera contra nuestra vivencia de esas situaciones?
La
observación rompe un código, a veces violentamente, y entonces pasamos de
víctimas a victimarias. A veces ni siquiera tenemos la oportunidad de
intervenir, porque la frase se refiere a nosotras pero se pronuncia entre
machos en un intercambio que nos excluye y que tiene que ver con el derecho
de propiedad.
Porque como decía Locke en “Dos Tratados sobre el Gobierno”,
para justificar filosóficamente la necesidad del pacto social que dio origen
al Estado Liberal Moderno, la violencia entre los seres humanos es
consecuencia de la lucha por la propiedad; y hay dos cosas que producen el
máximo conflicto entre los seres humanos: la propiedad de la tierra y la
propiedad de las mujeres. El pacto social, precedido del pacto sexual,
reguló ambas propiedades dando origen a la familia nuclear y garantizando
así la legitimidad de la progenie para cuidar la herencia en la acumulación
de capital.

Los ambientes ilustrados no están libres de estos métodos disciplinadores
del lugar de las mujeres. Cuando finalizaba la dictadura, comenzamos en la
UBA un movimiento de estudiantes y graduados que permitiera recuperar las
autoridades legítimas una vez alcanzada la democracia. Se creó así una
Asociación de Graduados que hizo su primera elección. Los candidatos a
presidirla éramos Silvio Maresca, un filósofo muy ligado a la política del
peronismo , y yo, una pichi. Inesperadamente gané esa elección, y entonces
Silvio le dijo a mi marido, también graduado en filosofía: “te felicito,
ahora tenés una mujer pública”. No me lo dijo a mí, se lo dijo a él, que
recibió así la advertencia de que un hombre que deja que su mujer circule
por los espacios de poder de la política debe aceptar que reciba el
calificativo con el que se describe a una prostituta: una mujer pública, una
mujer de la calle, una mujer que no es de su casa y por eso ha renunciado a
ser de un hombre para estar disponible para cualquier hombre.

Y así seguramente se lo enseñan a los hombres. Los cuerpos que circulan en
la calle son cuerpos disponibles, y si no dan señales inequívocas de recato
son cuerpos abordables sin permiso por el solo hecho de estar allí.
Abordables físicamente y simbólicamente, con manoseos o con pretendidos
piropos que nos ponen en situación de presa y a ellos en situación de
dominio.

Salgo de mi casa un día de lluvia para un acto protocolar a la mañana,
vestida con más cuidado que de costumbre. En la vereda hay un hombre
acostado sobre unos cartones, totalmente borracho, harapiento que daba pena,
y cuando paso me dice: “te haría cualquier cosa”. Ese hombre que no podia ni
siquiera ponerse en pie, abandonado de todo, no había perdido sin embargo su
poder patriarcal sobre mí, su poder de incomodarme y ubicarme en una
situación pasiva que sólo podía ser respondida de modo desagradable o
cambiando el código. Otras veces lo he hecho, ante ese habitual comentario
“decime qué querés que te haga, mamita” pararme, mirarlo y decir:
“recordame el teorema de Göedel”, o “recitame la Odisea en griego”. La
respuesta produce pavor, la mirada del piropeador se llena de espanto: la
violenta soy yo.

Los comentarios sobre nuestro aspecto físico nos desvían de nuestro lugar de
interlocutoras a objeto.
Incluso cuando pretenden ser amables nos están
sacando de la relevancia del argumento para poner de relevancia nuestro
cuerpo sexuado. A veces la violencia es más explícita, y cuesta menos verla.
En una manifestación docente donde hay represión policial encuentro a un
diputado kirchnerista con sus asesores. Me pregunta con ironía qué hago
allí, y yo le digo qué hace él que no está procurando que su gobierno no
reprima la protesta social. El, molesto y bajando un poco la mirada de mi
cara me dice “¿por qué te pusiste ese escote?”, sus compañeros se ríen, yo
le repregunto “¿qué te pasa, extrañás a tu mamá?”, sus compañeros se ríen
más. La violenta soy yo que lo pongo en ridículo ante sus subordinados.

Otras veces el comentario es menos burdo, y simplemente nos retrae del lugar
donde nos habíamos instalado. En una sesión legislativa salgo de mi banca y
me acerco a un diputado del hemiciclo opuesto para reprocharle uno de los
mil modos de mala praxis legislativa que acostumbran. Mientras le estoy
diciendo que faltó a su palabra me interrumpe: “ahora que te veo de cerca,
qué lindos ojos tenés”. ¿Tengo que alegrarme, sentirme orgullosa de algo en
lo que no tengo ningún mérito, cambiar mi enojo por un agradecimiento a su
observación gentil? Opto por reprocharle doblemente su falta de palabra y el
comentario desubicado y quedo como una amarga. La víctima es él: dijo algo
agradable y se encontró con mi respuesta destemplada.

La filósofa mexicana Graciela Hierro, especialista en ética feminista, nos
advertía sobre estos modos que toma el patriarcado para imponerse a los que
llamaba “el trato galante”. Socialmente aparecen como un signo de
caballerosidad, pero nos ubican en un papel de debilidad, de objeto de
tutela, de incapacidad, de pasividad superlativa. Los usos sociales están
llenos de mandatos que los varones pueden tomar como lo que se espera de
ellos, y muchas mujeres como signos de protección masculina.

Mañana se cumplen 60 años del voto femenino. Quizás sea oportuno recordar
que hasta ese momento el código civil nos ponía con los incapaces, los
presos, los dementes y los proxenetas para fundamentar nuestras ineptitudes
para la política. Cuando luego de muchos años de lucha del socialismo
feminista, y por expresa voluntad de Eva Perón, la ley de sufragio femenino
finalmente llega a un recinto formado exclusivamente por varones, los
argumentos en contra cubrieron  todo el arco: desde señalar la natural
incapacidad de las mujeres para la vida pública, a decir que ibamos a votar
lo que nos dijera el cura y la iglesia iba a aumentar así su poder político,
o ensalzar las más altas virtudes femeninas que nos destinan a la excelsa
tarea divina de cuidar a nuestras crías (lo que logicamente está reñido con
la disputa electoral), o describir la politica como un pantano donde no
debería posarse el delicado pie que cual pétalo de rosa sostiene nuestra
gracia, y como último recurso generar pánico recordando que nos volvemos
locas una vez por mes y así existía la alta probabilidad de que en ese
estado de enajenación temporal una cuarta parte de nosotras esté a la vez
menstruando y decidiendo los destinos de la patria.

Para esos patriarcas de la democracia, que ya contaba con una “ley del voto
universal y obligatorio” que no sólo nos excluía del universal sino que no
registraba siquiera la exclusión, eso éramos las mujeres. Ellos sí tenían
una respuesta, no como Freud que nos dejó esperando.

Procurando hacer un ejercicio de empatía, comprender cuál es la reacción de
quien tiene esta visión de las mujeres ante los avances que el feminismo nos
ha procurado en tantos órdenes de la vida, pienso que hay una percepción de
cierta masculinidad de estar en retroceso. Una vivencia del poder sustancial
y del territorio que torna amenazante el ingreso de las mujeres a las
instituciones y a la vida pública, todavía ahora. La pérdida del monopolio
de la palabra no alcanza para abrir el diálogo. El diálogo tiene condiciones
lógicas, semánticas, éticas y políticas, no se trata de hablar por turno y
menos aún de arrebatar el micrófono. Y ni hablar si se usan dos micrófonos,
como hace la presidenta desde el atril!

Eso es lo que llamo “el síndrome del macho acorralado”, que es victimario
violento y a la vez víctima, que me desvela cuando pienso en las formas de
lograr una sociedad incluyente de verdad,y  que me inspira para decir toda
vez que puedo a modo de letanía pedagógica que “cuando una mujer avanza,
ningún hombre retrocede”.





Fuente: Lista RIMA
Los subrayados son nuestros.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Argentina: La primera década del resto de nuestra historia

La socióloga Graciela Di Marco analiza cómo la movilización popular que hizo eclosión “el 19 y 20” despertó la conciencia de género en muchas mujeres del movimiento piquetero, cómo su participación en los Encuentros Nacionales de Mujeres las modificó y cómo ellas modificaron al movimiento de mujeres. En ese ir y venir se gestaron estrategias para enfrentar la violencia, se puso en la calle la construcción de una maternidad política –de la que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron precursoras– y cómo, diez años después, asistimos a un cambio cultural profundo que confrontó y comprometió a los varones de los mismos movimientos. Di Marco habla de un “pueblo feminista” que hizo posible, entre otras cosas, que hoy exista el matrimonio igualitario.


 Por Juana Celiz
¿Sacudir el brazo y tomar la palabra como un trueno (¡Pi-que-teros, carajo!) impactó en la vida cotidiana de las mujeres de los movimientos sociales? ¿Despertó en ellas la conciencia de género? ¿Sumó igualdad a sus relaciones familiares? ¿Tuvo el apoyo de sus parejas? ¿Resultó una dulce condena para ver, para siempre, el mundo de otro color? ¿Qué pasa en tu cabeza cuando te convertís en protagonista, a cuenta de tu exclusión, de una de las formas de protesta social más visibles, objetadas, criminalizadas, demonizadas de la historia reciente del país? Ya lo dicen sus remeras –con una serigrafía que transpira street art– a la altura del corazón: “Revolución en la plaza, en la casa y en la cama”.
La socióloga Graciela Di Marco indagó durante diez años a las mujeres de distintos movimientos sociales. Los últimos diez años, los primeros de este siglo. El resultado está en El pueblo feminista. Movimientos sociales y lucha de las mujeres en torno a la ciudadanía (Ed. Biblos Sociedad). Sin tratarlas como heroínas ni víctimas, latió con ellas, se acercó, las observó, las abrazó, aprendió, las entendió, las aplaudió. Anotó sus conclusiones no sólo como la versión local del feminismo popular: lo enmarcó en otro fenómeno más amplio y poderoso al que bautizó “pueblo feminista”. Porque Di Marco, que es doctora en Ciencias Sociales, termina de conformar sus hipótesis desenredándose en una trama mucho más potente de la que imaginó. Fue cuando miró el desfile de las “pasarelas sociales”, como llamó Maristella Svampa al mix que permitió la crisis del 2001. Qué pasó cuando estas mujeres en movimiento se cruzaron con el movimiento de mujeres. Y viceversa.

Recorriste piquetes, movimientos de trabajadores desocupados, fábricas recuperadas, asambleas. ¿Cuál fue el hallazgo que te parece más interesante?

–Eran distintos movimientos. Pero al profundizar en sus lógicas y en los discursos de derechos de varones y mujeres un dato me llamó la atención. Primero, miré los Encuentros Nacionales de Mujeres y un punto de inflexión: el de San Juan, en 1997. Hay que decir que en la Argentina los ENM son un factor dinamizador de la lucha de las mujeres que no se han dado en ningún país de Latinoamérica. Fue en San Juan que la Iglesia empieza a boicotear el espacio. ¿Por qué? Yo sentía que había otra cosa. Resultó que en esos años se dio el pico de cortes de ruta y acampes, y la dirigencia masculina empezó a mandar a sus mujeres: mujeres populares que no se habían definido como feministas pero que al volver se plantan: “Ya no soy la misma”. Y que en su práctica cotidiana quizás iban a la Iglesia, tenían predilección por una virgen o por otra, pero hacían lo que querían con su cuerpo, por ejemplo en relación al aborto. ¿Qué alarma a la Iglesia? Que no van a los Encuentros a plantear cuestiones que tienen que ver con la pobreza, sino con sus cuerpos.

“Ya no soy la misma.” ¿Y ahora qué?

–Una de ellas cuenta que así pudo reconocer que tenían espacio en su organización, ¡pero en la comisión de mujeres! Así empezó la lucha por un lugar en la comisión directiva. Las de la Coordinadora Aníbal Verón vuelven y hacen algo fantástico: aprovechan la vigilia por el aniversario de Darío y Maxi para reflexionar con las piqueteras cómo se juegan las relaciones de poder entre mujeres y varones adentro de su movimiento. Hoy se han declarado, además de anticapitalistas, antipatriarcales.

¿Había experiencia de feminismo popular en nuestro país?

–No. Hubo un feminismo popular fuerte en Brasil en los ‘80; lo hubo antes de Pinochet, en Chile. Pero en la Argentina siempre hubo más bien un feminismo de clase media con dificultad de penetrar en los sectores populares.

Hablás de “las mujeres en transición”. Decís que los procesos tienen “un timming que es pedagógico”.

–A través de la acción colectiva ellas ponen nuevas demandas en la arena pública. Al hacerlo se transforman. Ya no son las mismas. Las demandas construyen las identidades. Se puede ver empíricamente: ellas se sienten reconocidas por el nombre del movimiento. En estas cuestiones de construcciones identitarias no es que vas a una marcha y sos otra persona. Depende de tu propia historia, y acá está lo subjetivo: cómo podés involucrarte en la acción colectiva y cómo la acción colectiva, al mismo tiempo que vos la transformás, te transforma. Por eso es pedagógico. Esto lo he visto ahora como nunca.

PALOS Y TOALLITAS

Antes de demonizar los cortes, los diarios titulaban: “El piquete tiene cara de mujer”. Ellas incluso se ocupan de la seguridad del grupo. ¿Cómo llegan? ¿Cómo lo viven?

–Probarse en la acción de seguridad es también un sentimiento de poder. Ocupan un lugar diferente, muestran que lo pueden hacer bien, que son disciplinadas, que tienen fuerza, que pueden correr. Lo toman con el plus del altruismo materno construido por una visión esencialista de las mujeres. Ahí hay un juego: usan rasgos que se les atribuyen –que son buenas, cuidadoras– y los transforman para tener reconocimiento en el movimiento. Los varones lo toman como una actividad más porque no tienen que demostrarse tantas cosas.

En tu libro diferenciás que ellas puedan enfrentar a un policía pero no a una pareja o compañero machista...

–Son los matices y las contradicciones. Una vez pasó que un militante golpeó a su mujer. Y la golpeó con el palo que ella usaba cuando cumplía funciones de seguridad del movimiento. Se sabe, también, de una dirigenta muy polenta, peruana, que no pudo llegar a recibir un premio a su actividad porque el marido la cagó a palos antes.

Entre las agrupaciones que le hicieron un lugar a la problemática de género, ¿qué alternativas surgieron?

–Lo interesante es que hubo estrategias que fueron más allá del área de mujeres. En Mar del Plata, en una asamblea discutieron un caso y entre todos y todas decidieron la exclusión del hogar del marido golpeador. Me pareció una estrategia pacífica a favor del cuidado. En la Corriente Clasista y Combativa armaron un refugio para mujeres con sus hijos. Han hecho piquetes frente a comisarías acompañando a alguna compañera que denunciaba. En un primer momento aparecieron estrategias más bien vinculadas con la práctica piquetera. En otros MTD, donde las mujeres no tenían el mismo grado de estrategias, las resoluciones eran del estilo “ojo por ojo”: te golpea con la botella, devolvele con la botella. Pero en todas las alternativas se enarbolaba el derecho al cuerpo, el derecho a la vida. Hoy se sigue tratando de ver formas creativas de atención que no sean las típicas de los aparatos del Estado. Más allá de eso, esas expresiones muestran cómo el tema aparece aunque no sea la pregunta que se está haciendo. Cómo atraviesa todas las relaciones sociales.

¿Qué respondés si una mujer te dice que necesita ayuda? Están frustradas con las instituciones “burguesas”.

–Yo parto de un enfoque de democratización de las relaciones entre los géneros y de los adultos respecto a niños y jóvenes. Es un enfoque de prevención. Por supuesto, se movilizan muchas emociones. Si alguien plantea un caso, sugiero intentar primero por vía institucional. Pero no es sólo ir y denunciar. Hay que sostener a esa persona. También creo en la estrategia de enfrentar la violencia haciéndola pública y a través de los recursos que son las redes sociales. Activar la familia, ofrecer apoyo comunitario, buscar apoyo profesional –porque hay trámites que hacer para proteger a la persona y para eso tenemos leyes que sancionan la violencia–. La familia sola, para resolver los grandes problemas que tenemos en estas sociedades, es un recurso escaso y con muchas limitaciones.

¿Por qué el tema no apareció en las asambleas barriales?

–Es que las prácticas que inhibían la participación de las mujeres eran más encubiertas. En algunas, ellas tenían su comisión de la mujer, lo mismo que podría pasar en una parroquia o en un sindicato. ¡Como los machistas leninistas de nuestra época! Pero hubo otras asambleas donde había feministas y esto sí se debatía más, como la de San Cristóbal y San Telmo.

En el otro extremo está la experiencia de la Asamblea Permanente por el Derecho al Aborto...

–Es que cuando emergen las asambleas barriales el feminismo tuvo una estrategia fantástica. Se venía luchando desde que comenzó la democracia, cada vez se tenían más logros. Habían llegado a los legisladores, a ciertos miembros de otras iglesias. Pero faltaba algo. Faltaba poner en escena el aborto como está ahora: como demanda de las mujeres populares.

¿Cuál fue esa estrategia?

–Las feministas más activas se meten en las asambleas y después crean la Asamblea por el Derecho al Aborto. De esta idea surgió la propuesta de organizar por primera vez, en el ENM de Rosario, en 2003, un taller sobre estrategias para el derecho al aborto. Implicó un paso superador: ya no se debatía la legislación sino cómo llevarla a cabo. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, la primera de alcance federal, surgió de los talleres del ENM de Mendoza, en 2004.

A este proceso lo bautizaste “pueblo feminista”. ¿Por qué?

–Porque se genera una fuerza contrahegemónica frente a la hegemonía conservadora, representada por la jerarquía católica y sus aliados. Y es ahí donde se construye un pueblo como identidad política. A ese pueblo lo denomino pueblo feminista, y de esa forma digo que hay una identidad política que no es solamente de mujeres, que el feminismo puede ser de mujeres y varones. Y que la legalización del aborto es el significante vacío de un debate que va más allá: es la demanda por un país laico.

¿Qué significa el aborto para las mujeres populares?

–Ellas lo tienen hecho carne, no lo tienen teorizado. Son capaces de enlazar querer una vida sin violencia con algo concreto como reclamar preservativos. Cuando fue el auge del Plan Jefas y Jefes, además les daban bolsas de comida y de productos de limpieza, entonces ellas exigían preservativos. Lo tenían claro: preservativos para no embarazarse y aborto legal para no morir.

¿Descubriste que las toallitas femeninas son un símbolo de qué?

–Fue otra cosa que aprendí. Una obrera de una fábrica recuperada que iba a hacer el aguante en Brukman me dijo: “Les llevo toallitas”. Entendí que es algo de lo que no se habla, que parece de mal gusto. Pero es un hecho. No tener agua, no poder lavarte, tener una infección urinaria o vaginal es, además de doloroso, oloroso. Huele. Huele socialmente. Vas a la salita y te tratan de sucia: entonces, por las dudas, no vas. ¿Cómo hacés para ir a una asamblea y levantar la mano si te sentís mal con lo que te está pasando? Por eso me gusta pensar esto desde el concepto de ciudadanía sexual, que incluye todo tipo de autonomía respecto del propio cuerpo y las propias decisiones. Abarca todo esto: desde la toallita hasta no aceptar ser víctima de violencia ni que te dictaminen cuántos hijos vas a tener ni qué tipo de identidad sexual te va a definir.

HAY OTRA HISTORIA

¿Qué significa la aparición de grupos como los Varones Antipatriarcales del Frente Darío Santillán?

–Su lema es “Ni machos ni fachos”. Una de las primeras apariciones públicas fue con polleritas cortas el día de la no violencia contra las mujeres, hace dos años, en La Plata. Muestra que estas cuestiones están vivas e incumben también a los varones. Que se van creando diversas modalidades para armar este pueblo feminista, esta identidad política feminista.

¿La militancia modificó también la maternidad de las mujeres de las agrupaciones?

–En los ‘80, escribimos que las Madres de Plaza de Mayo estaban construyendo un nuevo tipo de maternidad. Esta ya no estaba subordinada al yo-y-mis-chicos sino que estaba implicada en una demanda al Estado sobre el paradero y la vida de todos los hijos e hijas desaparecidos. Eso lo veíamos también en la lucha de las mujeres en los barrios vinculadas a la demanda de viviendas, de salitas para todos. A ese hilo conductor lo llamamos maternidad social o política. En mi estudio de las piqueteras he visto que ellas no justifican su militancia por el pan que les van a llevar a los hijos. La disfrutan. Y cuando los llevan a la marcha o al acampe van todos: con el carro, con la olla, con el perro. Hay, ahí, una idea de cuidado colectivo.

Mientras, la mirada conservadora que lo sigue por tevé se espanta.

–Piensan: “¡Mirá cómo exponen a los pibes!”. No pueden entender que el cuidado de los hijos es también social. El de piqueteros es un colectivo. En los acampes se comía mejor, se entretenían más... Dos días antes empezaban a prepararse. Era un festejo. Marchaban entre compañeros. Conocían gente. Cruzaban fronteras geográficas, de clase. Tomaban mate. La mirada del sector onda country o con deseos de country no podía comprender.

Sin el “19 y 20”, ¿qué espacios habrían sido hipotéticos transformadores de identidad?

No lo sé. Lo que sé es que hubo una conjunción histórica extraordinaria. Hubo, además una estrategia política inteligente de parte de militantes feministas y militantes populares para que todo se articulara de esta manera. Uno de los resultados más impactantes fue esta construcción: el surgimiento de un pueblo feminista. Apunta a un cambio cultural muy fuerte en un país latinoamericano, católico, en el que el catolicismo no necesita tener un partido propio porque impregnó a todas las capas dirigentes. Que este sea el primer país de la región en tener el matrimonio igualitario marca la capacidad de transformación cultural de los movimientos sociales. Aunque la gente diga no hay más asambleas vecinales y no sepa nada de las empresas recuperadas. Veo una construcción de una identidad política tan profunda, tan enraizada en algo que es cultural, que es más difícil de mover. Un cambio político se puede dar rápido, uno económico más rápido todavía. Pero un cambio cultural necesita tiempo. Y necesita de estos momentos históricos.

Fuente: Las 12